Para acabar la piscina existen varias alternativas, como la pintura, el azulejo y el gressite.
La pintura es la opción más económica de todas, aunque conlleva el gasto extra de tener que vaciar y repintar la piscina una vez al año. Respecto a la higiene está en desventaja si se compara con las otras clases de revestimientos, ya que no se debe olvidar que es un hormigón pintado, con rugosidades que dificultan la limpieza.
El azulejo se esta dejando de usar en las piscinas publicas ya que las piezas rotas con sus cantos afilados hacen peligrar a los bañistas.
El gressite es el revestimiento más utilizado en piscinas tanto públicas como privadas. Su uso conlleva múltiples ventajas, tanto desde el punto de vista higiénico como estético o de mantenimiento. Es un material vítreo lo que dificulta la adhesión de algas y microorganismos, facilitando su limpieza. Al adaptarse a todo tipo de curvas, se consigue una estética muy agradable e inigualable. Existe una alta gama de colores y su mantenimiento es prácticamente inexistente, aunque se recomienda el recelado de las juntas cada tres o cuatro años.
El borde
Respecto a la parte superior de la piscina se suelen utilizar la piedra artificial o natural, la prefabricada o ejecutada insitu elaborada con áridos de mármol y cemento blanco, y el hormigón premoldeado. El resultado es una superficie agradable al tacto pero antideslizante, y siempre con los cantos redondeados.